viernes, 3 de febrero de 2017

AL ENCUENTRO DE Mr. BANKS

La película comienza con un flashback que tiene lugar en 1906 en Maryborough, Australia con una voz recitando "Chim Chim Cher-ee". Una joven P. L. Travers (Annie Rose Buckley), apodada "Ginty", se muestra jugando en su patio trasero. En 1961 en Londres, Pamela "P.L." Travers (Emma Thompson) se prepara a regañadientes para partir hacia Los Ángeles a reunirse y negociar con el cineasta Walt Disney (Tom Hanks) la cesión de los derechos de su novela Mary Poppins, apremiada por su agente Diarmuid Russell (Ronan Vibert), y la falta de ingresos. Para mantener su casa, Pamela se compromete a aventurarse a Los Ángeles para conocer el estudio, pero promete no firmar los derechos de su novela si no está contenta con la interpretación.


En un flashback, vemos a Travers Goff (Colin Farrell) sorprendiendo a su hija, una joven Pamela. Él simula buscar a su hija, la princesa real, y Ginty ríe y revela que es ella. Están cerca y él la pone sobre sus hombros y se apresuran hacia el parque, diciéndole que su aventura está a punto de comenzar.
La familia Travers se muda a Allora por los problemas de trabajo del padre.
Al llegar a LAX, Pamela se reúne con el conductor de limusina Ralph (Paul Giamatti), que la lleva al Hotel Beverly Hills.


Travers comienza a colaborar en el Walt Disney Studios en Burbank con el equipo creativo asignado para desarrollar Mary Poppins para la pantalla, el guionista Don DaGradi (Bradley Whitford) y los compositores de música Richard y Robert Sherman (Jason Schwartzman y B.J. Novak). Ella encuentra sus presunciones y modales ocasionales altamente inadecuados. Se reúne con Walt Disney en persona y se encuentra atascada de manera similar, él es jocoso y familiar desde el principio, pero ella sigue siendo hostil, llamándolo "Sr. Disney" incluso cuando él insiste en que sólo lo llamen "Walt".


La relación de trabajo de Travers con el equipo creativo de Mary Poppins es difícil desde el principio, con ella insistiendo en que Mary Poppins es el enemigo de sentimiento y fantasía. Se queja de que el guion no está arraigado en la realidad y lo descarta dramáticamente por una ventana. Walt Disney intenta una intervención personal, con resultados dispares. Disney y sus asociados están desconcertados por el desprecio por la fantasía, una postura inexplicable dada la naturaleza altamente fantástica de la historia de Mary Poppins, así como la propia existencia de la infancia rica y caprichosa de Travers, retratada a través de flashbacks en curso incluyendo la muerte de su padre. Travers tiene especial problema con la descripción que hace el equipo de George Banks, dueño de la casa en el que se emplea como niñera a Mary Poppins. En un arrebato contra el equipo creativo de la película, Travers describe la caracterización de Bank como completamente fuera de la proporción y sale de la habitación angustiada. El equipo de Disney comienza a entender que las historias en Mary Poppins son las de Travers, y cómo muchos de los personajes de la obra se inspiran directamente en el propio pasado de Travers.


La colaboración de Travers con el equipo creativo de Mary Poppins continúa, a pesar de que se activan cada vez más los recuerdos dolorosos de su pasado, adormecidos en el presente. Walt Disney interviene para indagar sobre lo que le molesta a ella y propone un día en Disneyland como tónico. La visita a Disneyland, junto con la amistad inesperada de Travers con el conductor de limusina, se combinan con las revisiones del equipo creativo para el personaje de George Banks y la creación de una nueva canción para terminar la película ("Let's Go Fly a Kite") y convencer a Travers. Su imaginación empieza a despertar de nuevo, y se involucra con el equipo creativo con entusiasmo. Pero ella se entera que va a haber una secuencia animada y se va de vuelta a Londres sin aceptar firmar los derechos.


Walt Disney se percata demasiado tarde de que Travers ha estado escribiendo bajo seudónimo, y que en realidad es de Australia, no de Inglaterra. Con esta revelación, coge el siguiente vuelo a Londres, decidido a salvar la película Mary Poppins. Apareciendo inesperadamente en la puerta de Travers, Disney describe su propia historia -menos que ideal- de la niñez, haciendo hincapié en el valor curativo de su arte, y señala que a Travers le iría bien abordar su decepción con el mundo, profundamente arraigada. Y termina implorando a confiar en él con su creación.
Tres años más tarde, en 1964, Mary Poppins se apresta a su estreno mundial en Los Ángeles. Travers no ha sido invitada, porque Disney teme que vaya a dañar la película ante una reacción del público negativa. Incitada por su agente, Travers vuela a Los Ángeles, visita sin ser invitada la oficina de Disney, y logra una invitación al estreno. Travers mira Mary Poppins inicialmente decepcionada, reaccionando con consternación especial durante la secuencia animada. Poco a poco va tomando cercanía a la película, sin embargo, y es sorprendida en última instancia, abrumada por la emoción, tocada por la representación de la redención de George Banks, que, ahora está claro, tiene especial significado para ella.

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