martes, 28 de febrero de 2017

El Duelo en la enfermedad cronica

El duelo en la enfermedad crónica

La Organización Mundial de la Salud refiere que la salud es un estado completo de bienestar físico mental y social, no solo la ausencia de afecciones o enfermedades. Es importante señalar que el cuerpo y la mente son unidad es por eso que aunque la enfermedad afecte al cuerpo indudablemente la mente también se verá afectada.


Quienes han sido diagnosticados con alguna enfermedad crónica (diabetes, cáncer, artritis, insuficiencia renal, etc.) experimentan diversos problemas, uno de ellos relacionado directamente con la enfermedad: como el dolor físico, cansancio, disminución o pérdida en las capacidades motrices, cambios metabólicos, cambios en el aspecto físico, entre otros. Algunos aspectos psicológicos son: incertidumbre hacia el futuro, “amenaza de muerte”, deterioro en la calidad de vida, ansiedad y depresión.

Ante el diagnóstico de una enfermedad crónica el paciente entra en un proceso llamado duelo, del latín dolus que significa dolor y duelum que significa desafío.  El duelo es un proceso psíquico necesario y adaptativo para afrontar una pérdida significativa como la muerte de un ser querido, ruptura con la pareja o en este caso la pérdida de la salud, se caracteriza por una sensación de pérdida y mucha tristeza con poco o nulo interés en el mundo externo. Consta de cinco etapas:
  1. Negación: sirve para amortiguar el dolor ante una noticia inesperada, es temporal y se caracteriza por la palabra no, “no estoy enfermo, no me puede estar pasando esto a mí”. Cuando alguien ha sido diagnosticado es probable que evada la realidad ignorando los síntomas de su enfermedad para alimentar la creencia de que se encuentra “sano”; otra conducta incluye el visitar diferentes médicos o realizarse repetidamente pruebas de laboratorio para “comprobar” que el diagnostico anterior es erróneo y no posee enfermedad alguna. A pesar de que la negación es una etapa necesaria puede poner en riesgo la vida del paciente si su duración es larga ya que retrasa el inicio del tratamiento médico requerido y por lo tanto la probabilidad de controlar la enfermedad y los síntomas se reduce. 
  2. Ira: en esta etapa se piensa que la pérdida fue injusta y se caracteriza por quejas, lágrimas y en especial por un gran enojo que en ocasiones puede ser dirigido hacia la pareja, familia o personal médico, es común la presencia de sentimientos de odio y envidia hacia quienes gozan de salud también culparse por haberse enfermado. Suelen preguntarse “¿por qué a mí? ¿por qué me he enfermado?”.
  3. Negociación: la intensidad del enojo va disminuyendo progresivamente y ante la dificultad de poder asimilar la enfermedad comienza una lucha por hacer un pacto con Dios, el doctor, la vida u objetos en los que se tenga fe para mejorar o revertir el estado de salud. “si me curo, prometo ir cada domingo a la iglesia; si cumplo con todas las indicaciones médicas ¿volveré a estar sano?”.
  4. Depresión: la persona se da cuenta que no puede negar su realidad ni revertirla, esta etapa es la antesala de la aceptación donde predomina un profundo sentimiento de tristeza y los recuerdos de cuando gozaba de salud. Aunque en todas las etapas es necesario escuchar y acompañar al paciente, en esta es indispensable ya que hay mucho dolor psíquico que necesita ser descargado, si la persona no cuenta con un espacio de expresión donde pueda hablar sobre sus miedos y emociones se corre el riesgo de pasar de un estado de tristeza a un estado de depresión más profundo, en el cual el camino para llegar a la aceptación de la enfermedad será más largo y difícil.
  5. Aceptación: de forma gradual se ira “haciendo las paces” con la enfermedad. No es una etapa feliz, sino una etapa en la que el paciente está plenamente consciente de su condición médica y buscará la forma más adaptativa para sobrellevarla en todos los aspectos: a nivel físico, psicológico y social.


El duelo es un proceso dinámico que se experimenta de forma diferente en cada persona, las etapas no necesariamente son consecutivas y existe la posibilidad de retroceder a etapas anteriores o no presentar alguna de las cinco. Es importante mencionar que la familia del paciente también puede experimentar un proceso de duelo y que a pesar de las implicaciones emocionales que conlleva no es considerado como un trastorno depresivo sin embargo esto no implica que quien lo experimenta no requiera ayuda profesional.

“Parte de la curación está en la voluntad de sanar”


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