miércoles, 24 de mayo de 2017

¡Dí “no” y no te sientas culpable!

En nuestro día a día, es fácil que nos encontremos con muchas personas a las que les resulta muy complicado decir “no”. Esta dificultad, puede ser dada por compromiso, por falta de seguridad, por tratar de complacer o por la búsqueda de aprobación.
A veces pronunciar un ‘sí’ resulta ser el camino más fácil, cuando en realidad, lo que se piensa y lo que nos conviene es precisamente todo lo contrario.
Cuesta mucho aprender a decir ‘no’, muchas veces incluso a pesar de que la realidad nos manifieste de forma clara que es la mejor opción para nosotros mismos. Para algunas personas es una auténtica lucha interna, se vuelve un objetivo difícil de lograr y en ocasiones mucho más difícil de aceptar.Esta situación puede llegar a hacer sentir culpable a quienes la padecen y a no saber cómo afrontar las complicaciones que se presenten en un futuro, fruto de la decisión negativa.
No saber decir ‘no’ supone entrar en una espiral de la que resulta muy difícil escapar. Cada vez nos comprometemos a hacer más cosas en nuestro día a día: en el trabajo, en casa, en nuestro círculo de amistades, etc., y todo ello nos provoca un alto grado de estrés innecesario y de desgaste innecesario, que muchas veces nos podríamos ahorrar si supiéramos decir un “no” a tiempo.

¿Cómo se gesta el ‘no’ en nuestras vidas?

El ‘no’ aparece en nuestras vidas en una edad muy temprana, aun siendo muy pequeños todavía.Existen dos etapas en las que esta palabra se pronuncia con decisión y determinación;
La primera etapa la encontramos sobre los dos o tres años de edad, cuando el niño empieza a crear su propia voluntad y a hacer valer su autonomía con respecto a la de los padres. Es en esta etapa donde empezamos a resistirnos a realizar algunas actividades, con el claro objetivo de probar nuestra capacidad de decisión.
La segunda etapa se centra en la adolescencia. Alrededor de los 12 años, nuestra resistencia a realizar algunas actividades se amplía más allá del núcleo familiar y afecta a todo el entorno. En esta etapa se asentarán las bases del futuro adulto, por lo que se busca una diferenciación respecto a los padres y a la familia, buscando la propia personalidad.
En la búsqueda de esta personalidad propia, el ‘no’ toma mucha fuerza para conseguir la distinción, llegando a emplearse de forma indiscriminada, como señal de rebeldía o de pasotismo. Es relevante destacar que cuando a esas edades nos relacionamos con amigos u otros adolescentes cercanos, evitamos utilizar tanto el “no” por miedo a ser excluidos del grupo.

¿Miedo al ‘no’?

Existe una terminología para aquellas personas que no acostumbran a decir ‘no’, a éstas se las conoce como personas negafóbicas. A este tipo de personas les resulta prácticamente imposible usar la negación, ya que tienen una gran necesidad de sentirse queridas y aceptadas por los demás, necesitan el agradecimiento y una constante aprobación. Establecen sus relaciones con miedo de perder la simpatía de los otros y a entrar en cualquier tipo de conflicto que pueda hacer tambalear la relación.
A las personas negafóbicas, les resulta muy difícil hacer frente a las presiones de los que les rodean, ya que suelen ser personas muy inseguras de sí mismas. Así pues, la negación ante cualquier petición, se vuelve un gesto que requiere muchísimo esfuerzo, ya que para sentirse queridas por los demás, se sienten en la obligación de hacer favores.

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